• Por: Daniela Coronado
La película boliviana El Ladrón de Perros se ha consolidado como una de las producciones cinematográficas más destacadas de la región. Dirigida por Vinko Tomicic, la obra ofrece una inmersión en la realidad social de La Paz. Contexto y Temática
La cinta explora la vida de los lustrabotas de La Paz, abordando las dificultades y estigmas que enfrentan. La narrativa incluye temas como la búsqueda de identidad, la paternidad, la soledad y la supervivencia en condiciones de precariedad. El director, Vinko Tomicic, se inspiró en esta comunidad, realizando talleres de cine con ellos para una representación auténtica de sus experiencias.
Dirección y Elenco
Dirigida por Vinko Tomicic, El Ladrón de Perros, es una coproducción entre Bolivia, Chile, México, Francia e Italia. El elenco principal cuenta con Franklin Aro Huasco, un ex lustrabotas, cuya actuación aporta un realismo al personaje. El reconocido actor chileno Alfredo Castro también forma parte del reparto. El perro pastor alemán “Álex” (nombrado “Astor” en la película) convivió con Franklin Aro para establecer un vínculo genuino.
Producción y Reconocimientos
La producción de la película abarcó ocho años, desde su concepción hasta su estreno. La colaboración internacional contribuyó a la calidad de la película. Ha recibido múltiples galardones y nominaciones:
• Premios Platino del Cine Iberoamericano 2025: Ganadora como Mejor Ópera Prima, con dos nominaciones.
• Festival de Málaga: Ganadora como Mejor Película Iberoamericana.
• Festival Internacional de Mar del Plata: Mención Especial como Mejor Película Latinoamericana.
• Nominada a Mejor película latinoamericana en los Premios Forqué.
• Seleccionada por Bolivia para los Premios Goya.
• Compitió por el Premio Ariel a Mejor Película Iberoamericana.
Curiosidades
La idea de la película surgió en 2015 cuando Vinko Tomicic visitó La Paz para un taller de cine. Aunque consideró inicialmente filmar en Chile, la realidad de los lustrabotas bolivianos cambió su decisión. Franklin Aro, sin experiencia actoral previa, fue encontrado a través de una convocatoria a la comunidad de lustracalzados en La Paz y se le animó a improvisar basándose en sus propias vivencias. La banda sonora fue una adición en la postproducción final.
En la película El ladrón de perros (2024), dirigida por el chileno Vinko Tomicic, seguimos al protagonista Martin por ciertos lugares de La Paz donde desarrolla su trabajo de lustrabotas. Poco a poco, a través de sus rutinas diarias, nos damos cuenta que algo viene afectando a este adolescente, hay algo que le intriga y que impulsará el desarrollo de esta producción, la segunda de Tomicic y la primera que realizó en nuestro país.
Una de esas rutinas es lustrarle los zapatos al ‘Señor Novoa’, un sastre que tiene su negocio cerca de una de las zonas de trabajo de Martín. Esta relación ‘laboral’ será el nudo principal de la película. Martín sabe que Novoa tiene un perro pastor alemán que ha ganado muchos premios y que es muy apreciado por su dueño, como si fuera un hijo. A partir de ahí Martín y un amigo planean el secuestro del perro para pedir una jugosa recompensa.
Martín es huérfano, vive en un pequeño cuarto en una casa de clase alta, donde trabaja como empleada doméstica una amiga de su fallecida madre. No sabe qué pasó con su padre. Por las mañanas va al colegio, donde sufre bullying de parte de sus compañeros de curso. Esto es otro de los aditamentos que hacen que Martín sea un ser solitario que deambula por la ciudad de La Paz, que aparece muy bien retratada cuando quieren mostrar ese paisaje tan singular que la destaca.
El secuestro del perro se lleva al cabo y la tristeza del Señor Novoa hace que Martín pueda abrirse un poco más con él. Ambos se hacen compañía y Martín empieza a aprender el oficio de sastre también. Ahí es donde entra el otro motivo de esta película, en la que Martín tendrá que confirmar sus sospechas sobre este hombre, lo que podría definir su futuro en la vida.
Si hay algo que es importante en El ladrón de perros es que tiene un guion que nunca se desborda, que siempre está contenido al igual que las actuaciones de sus personajes. La película tranquilamente podría haber acabado en una explosión de sentimentalismo y emociones, pero Tomicic lo evita y con esto cumple muy bien, no cede ante lo que un público más masivo hubiera deseado como colofón.
Hay dos películas que se me vinieron a la mente mientras veía El ladrón de perros. La primera es El hijo, dirigida por los hermanos Dardenne, de Bélgica, en la que también hay una relación entre un hombre mayor y un adolescente, una relación más oscura, eso sí; la otra película es la argentina Mochila de plomo, donde un niño busca vengar a su padre, con otro final muy bien manejado.
Estas tres películas, que se enmarcan dentro del realismo social, presenta a esas pequeñas almas perdidas que son víctimas de un sistema que no puede hacer mucho por ayudarlos a sobrellevarlo.
El ladrón de perros es una muestra de que un buen guion y una buena dirección son suficientes para lograr una película memorable.